viernes, abril 26

El espejo dorado del telescopio espacial James Webb en la prueba final

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La maravilla tecnológica que es el Telescopio Espacial James Webb (JWST) está pasando por las últimas pruebas antes de ser enviada al lugar de lanzamiento.

El sucesor del poderoso Hubble saldrá de la Tierra en octubre para iniciar una nueva era de descubrimientos astronómicos.

Uno de los principales objetivos de Webb será captar el brillo de las primeras estrellas que brillan en el Universo.

Para ello, se le ha dotado de un espejo dorado de 6,5 m de ancho que los ingenieros están comprobando por última vez.

El reflector segmentado debe plegarse para que quepa en el cohete de lanzamiento, pues es muy grande, y los técnicos del fabricante aeroespacial Northrop Grumman quieren estar seguros de que no tendrá problemas para enderezarse de nuevo una vez en el espacio.

Así que han estado simulando el despliegue, primero en un ala, y luego, en los próximos días, lo harán en la otra.

Esto implica sostener los paneles de los espejos desde una grúa de forma que se imite el entorno de gravedad cero fuera de la Tierra.

“Hacemos que el espejo flote como lo hace en el espacio”, explicó el director del programa de Northrop, Scott Willoughby.

“Hemos diseñado [las alas del espejo]para que funcionen en el espacio, pero tenemos que probarlas en tierra, y la gravedad puede ser bastante humillante”.

La empresa ha realizado el mismo ejercicio de despliegue para otros componentes estibables, incluido el parasol del tamaño de una pista de tenis que dará sombra a las observaciones de Webb desde el Sol.

Pronto, el JWST -bajo la dirección de la agencia espacial estadounidense (Nasa)- se meterá en un gran contenedor y se llevará en un barco desde donde se encuentra ahora, en California, hasta la instalación europea de cohetes de Kourou, en la Guayana Francesa, un viaje de dos semanas que implicará el paso por el Canal de Panamá.

La Agencia Espacial Europea (Esa), socio clave del proyecto, proporciona el vehículo de lanzamiento, un Ariane-5. El despegue está previsto para el 31 de octubre.

Los días siguientes serán emocionantes, y cargados de ansiedad. Si los módulos de aterrizaje en Marte se enfrentan a “siete minutos de terror” al realizar el peligroso descenso a la superficie del Planeta Rojo, el Webb vivirá “dos semanas de terror” al desmontar todos sus sistemas de camino a su posición de observación a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.

Una de las primeras tareas será ajustar la alineación de los 18 segmentos del espejo para obtener imágenes útiles.

“Cuando tomemos la primera imagen de una estrella unos 40 días después del lanzamiento, en lugar de una sola estrella veremos 18 estrellas porque cada uno de los espejos se comporta como un solo espejo”, explicó Begoña Vila, ingeniera de sistemas de instrumentos de la Nasa.

“El trabajo que tenemos que hacer es identificar qué estrella pertenece a cada espejo, y luego juntarlas todas para que al final tengamos una única estrella que se vea muy bien, que esté muy bien enfocada para que todos los instrumentos la usen”.

Astrónomos de más de 40 países de todo el mundo tienen asignado tiempo en el JWST durante su primer año de funcionamiento.

Estudiarán todo tipo de objetivos, algunos de ellos ni siquiera imaginados cuando se concibió el telescopio hace más de 30 años. Entre ellos están los extraños mundos que ahora sabemos que existen en algunos sistemas planetarios.

“Hay programas de observación para observar exoplanetas que orbitan tan cerca de una estrella que sus superficies están fundidas; pueden tener nubes de roca e incluso llover lava. El Webb podrá decir si ese es el caso”, dijo Klaus Pontoppidan, científico del proyecto en el Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial, que gestionará el telescopio durante su vida útil.

 

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