domingo, mayo 12

Me encendí gas por un bulto. Podría haber sido fatal

0

Parecía algo más que una faringitis estreptocócica, pero tal vez solo estaba siendo un bebé. Había estado tomando antibióticos durante un día, pero todavía parecía como si alguien tuviera sus manos alrededor de mi cuello, asfixiándome.

Llamé a mi marido al trabajo. Era un médico hospitalista con una alta carga de pacientes.

“No creo que pueda recoger a los niños de la escuela”, le dije. “Tengo miedo de conducir.”

Aceptó dejar el trabajo para conseguirlos. No cuestionó abiertamente mi tolerancia al dolor, pero me imaginé lo que estaba pensando: ¿Tu dolor de garganta te impide conducir 15 minutos? ¿Me estás haciendo dejar a mis pacientes porque tienes estreptococo?

Dejó a los niños en casa y tenían Happy Meals en mano; habían pasado por el autoservicio de McDonald’s para que yo no tuviera que preocuparme por la cena. Rebusqué en el congelador, yo también tenía hambre, pero todo sonaba demasiado doloroso para tragarlo.

Disparé una caja de macarrones con queso congelados. Engomé los fideos con cuidado, pero mientras comía, temía ahogarme.

Al día siguiente, mi fiebre había desaparecido, pero tenía ese molesto y persistente nudo en el fondo de la garganta.

Era como si una masa descansara en mi tráquea y por mucho que la tragara no lograría que desapareciera. Hice gárgaras con agua tibia con sal y me di una ducha caliente para abrir mis vías respiratorias con vapor.

Pasó el día y llegó la hora de recoger a la escuela. No iba a obligar a mi marido a dejar el trabajo otra vez para hacerlo. Mientras conducía, me di cuenta de lo mal que todavía me sentía. Que mareado. Espero no estrellarme de camino a casa, pensé mientras conducía el corto trayecto con mucho cuidado.

Esa noche no podía recostarme en la cama sin sentir que me asfixiaba. Apoyé almohadas y traté de dormir erguido. Instintivamente me agarré la garganta, gritando de frustración y cansancio.

“Esto no es normal”, dijo mi marido. “Tienes que ir a urgencias”.

Sabía que tenía razón, pero temía que los médicos me dijeran que estaba dando mucha importancia a la nada. Me encendí gas porque temía que me avergonzaran en un entorno médico.

Pero finalmente cedí y conduje hasta el. Este es un breve resumen.

Share.

Comments are closed.